Los rifirrafes entre Trump y Kim Jong Un que desencadenaron una «tensión nuclear» en todo el mundo (inclusive diversos portales informativos emitieron notas sobre qué hacer en caso de un ataque nuclear) no solamente nos mostraron la agresiva «retórica» internacional de estos dos líderes (e inclusive su flexibilidad, puesto que Kim ha emitido una declaración conjunta con Xi Jinping sobre mejorar las relaciones con EE.UU), sino que dejaron un interrogante al aire: ¿Cómo vamos con el desarme nuclear?
¿Las armas nucleares son permitidas?
Desde el año 2017, en el derecho internacional las armas nucleares están prohibidas, por su potencial destructivo, el cual amenaza a la raza humana en general. Por tanto, los países pertenecientes a las Naciones Unidas se han comprometido a su desmantelamiento. Si bien esto fue una gran ganancia para la comunidad internacional, no es una medida nueva, puesto que desde los años 70 se ha trabajado para eliminarlas.
Todo comienza una bella tarde de 1968 (el 12 de junio, para ser exactos), en la que la Asamblea General de las Naciones Unidas, inspirada en resoluciones de 1961, 1967, 1966 y 1967, expide el Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares, en el que se obliga a los Estados poseedores de armas nucleares, a no cederlas, venderlas o fabricarlas para otro país, pero se permitía a los denominados Estados no nucleares efectuar investigaciones para el desarrollo de energía nuclear con fines pacíficos, siempre y cuando las explosiones se hiciesen de la forma más controlada posible y con la vigilancia del Organismo Internación de Energía Atómica. Sin embargo, se dejaba abierta la posibilidad de cualquier país de retirarse del tratado siempre y cuando alegase que «circunstancias extraordinarias atenten contra sus supremos intereses». Esto fue abiertamente criticado como la posibilidad de permitir el desarrollo de armas en vísperas de una guerra nuclear.
Otros tratados como el Tratado para la Prohibición de Ensayos Nucleares en la Atmósfera, el que prohibe los ensayos nucleares en la Antártida (cuya vigencia está por expirar, por cierto) y el Tratado del Espacio Exterior, que impide los ensayos nucleares y el despliegue de armas nucleares en la órbita ultraterrestre y en la Luna, eran las únicas regulaciones sobre este tipo de dispositivos a nivel internacional. No obstante, con el paso del tiempo se implementaron tratados bilaterales en los que dos países se comprometían a un desarme parcial, como el Acuerdo Wasenaar entre EE.UU y Rusia.
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Esto cambió en el año 2017 con el Tratado de Prohibición de Armas Nucleares aprobado por las Naciones Unidas en julio, mediante el cual se prohíbe la construcción, venta, fabricación y traslado de armas nucleares, y crea un plan de desarme nuclear total. Irónicamente, las potencias poseedoras de este armamento no asistieron a las negociaciones y no planean ratificar el tratado.
¿Quiénes poseen armas?
De los países reconocidos por las Naciones Unidas, que son 193, 9 poseen armas nucleares: Rusia, Estados Unidos, Francia, China, Reino Unido, Israel, Pakistan, India y Corea del Norte. La mayor cantidad de armas las poseen Rusia y Estados Unidos: 7000 en manos de Vladimir Putin y 6800 en manos de Donald Trump. Es decir, el 92% del total.
¿Cómo va el desarme?
Desde el año 2013 podemos evidenciar una renaciente retórica nuclear en el mundo. Desde los avisos de Kim Jong Un al mundo de enriquecimiento de plutonio y reapertura de su programa nuclear, la referencia del «gran botón nuclear» que tiene Trump en su escrito, y el video promocional de Vladimir Putin sobre sus nuevas bombas nucleares impactando Florida, el mundo ha entrado nuevamente en una época de tensiones nucleares similares a la Guerra Fría.
Esta retórica ha justificado el fortalecimiento del arsenal nuclear a nivel mundial, como el plan de actualización armamentística de los Estados Unidos, y los ensayos de misiles balísticos por parte de Irán. Inclusive, amparados en las tensiones con Corea del Norte, Estados Unidos, Reino Unido y Francia han anunciado su no adherencia al Tratado de Prohibición de Armas Nucleares.
Es decir, en materia de desarme el mundo se ha retrocedido gracias al juego político internacional y debido al incremento del arsenal nuclear, especialmente por parte de Rusia y Estados Unidos. Pese a que, hasta el momento, las intenciones de desarme de Corea del Norte son declaraciones de buena voluntad, nada se ha avanzado en este frente tampoco.
Sin embargo, gracias al Tratado del año 2017 se ha creado un clima favorable para el desarme, puesto que deja en una posición pública desfavorable a los países que insisten en mantener y fortalecer las armas nucleares, los cuales ya no pueden alegar que estos dispositivos son permitidos en el derecho internacional.
¿Que depara el futuro?
Pese a que existen organizaciones internacionales como el ICAN, que han trabajado fuertemente por el desarme nuclear, el panorama aún es oscuro. Eventos como el envenenamiento del ex-agente Sergei Skripal y las reacciones diplomáticas que ello ha desencadenado, pueden ser utilizados como plataforma discursiva para el fortalecimiento del arsenal nuclear y de otros dispositivos de guerra.
Por otra parte, la presión civil internacional aumentará y buscará replicar modelos de desarme como el sudafricano. Queda aún por esperar el resultado de la conferencia entre Kim Jong Un y Donald Trump, y los resultados de las reuniones bilaterales entre las dos Coreas. Si se lograse un acuerdo de desarme, sería un hito que desmontaría los discursos de potencias como Francia, quienes perderían imagen política a nivel internacional.
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